SABINA Y PIAZZOLLA
Ella buscaba en su armario
porque había perdido la razón,
yo exprimía diccionarios
para poder hacer una canción.
No me acuerdo muy bien
cuántos besos dejamos en cada esquina,
pero imposible olvidarme
de aquel cuarto donde aquella noche subió
la adrenalina.
Y se juntaron Rosario y la Capital,
se juntaron el bien y el mal,
se juntaron dos almas en una sola
se juntaron Sabina y Piazzolla.
Se juntó una religión que era puro corazón
con otra que nunca existió,
se juntaron dos camas y no alcanzaban
para tanto fuego, tanta acción,
tanto descontrol.
Elegimos el colchón más chico
y pareció de dos plazas,
cuando el colchón terminó bienvenido fue el piso
del comedor de su casa.
A cada beso caía una estrella,
cada arañazo calmaba el dolor,
cuando me acuerdo de ella
levanto mi vaso y brindo
adonde quiera que estés
por nuestra canción.
Se juntaron Rosario y la Capital...